Proyecto de Aprendizaje Cooperativo
LA DINÁMICA COOPERATIVA EN EL COLEGIO
Aunque resulta complejo de explicar en pocas líneas todas las rutinas y normas de la estructura cooperativa puestas en marcha en el centro, destacamos para conocimiento de las familias que cada uno de los alumnos del grupo tiene asignado un rol en el grupo. Dichos roles van aumentando la complejidad de las funciones que tiene cada uno a medida que los niños son más mayores:
Portavoz.
Supervisor del ruido.
Responsable del material.
Coordinador, (reparto del turno de palabra y gestión de las intervenciones de todos los miembros en la resolución de las tareas, supervisor de las funciones grupales y responsable de la evaluación del grupo).
Además de los roles, el aula cooperativa tiene unas normas de funcionamiento que hacen que el aprendizaje sea efectivo. Se pretende con ello que se cree entre los chicos una interdependencia positiva que les incite a la participación y colaboración. También a mejorar el clima de trabajo. Existe por ejemplo una “señal de ruido cero” mostrando un emoticono, con la cual se detiene la ejecución de todas las tareas con el fin de hacer exposiciones o aclaraciones.
Es interesante conocer también que los alumnos deben consultar a sus compañeros de mesa cuando tienen dificultades. Pedir ayuda es obligatorio. Como obligatorio es también colaborar entre todos a la hora de aprender.
En segundo y tercer ciclo, los alumnos realizan un control grupal previo a la evaluación individual, en el que se aseguran del conocimiento que han alcanzado todos los miembros del grupo a través de comprobaciones y ejecuciones conjuntas.
A través de técnicas informales, como “lápices al centro”, se pretende que los alumnos sigan los mismos pasos en la resolución de problemas o tareas, de modo que se fomenta la puesta en común y la participación de todos, aspecto que como citábamos más arriba, fomenta una mejor calidad del aprendizaje.
En la actualidad, nuestros alumnos están inmersos en ese aprendizaje de estrategias metacognitivas y de cooperación. En ocasiones resuelven muy bien los problemas y tareas, porque funcionan bien en grupo. Otras veces la interacción entre ellos no es tan sencilla. No saben llevar a cabo su rol, no respetan turnos de palabra o se enfadan y discuten cuando el grupo no tiene en cuenta sus opiniones. Esto forma parte del proceso.
En una cultura de centro que revaloriza el conflicto como oportunidad para el aprendizaje y el crecimiento personal, educadores y padres tenemos que afrontar dichos momentos difíciles como un paso más en el camino. Habrá veces en las que los alumnos, los hijos, tengan problemas en su relación con sus iguales, habrá momentos en los que percibamos que no desempeñan aún sus roles de forma correcta. No pasa nada… En esos casos, y con una sonrisa de medio lado, pensaremos: “simplemente están creciendo”.
Lo importante es que poco a poco, nuestros niños sean cada vez más autónomos en el estudio, más capaces de mejorar sus estrategias de razonamiento y se desenvuelvan en un entorno facilitador del aprendizaje y de la convivencia.
¿QUÉ PODEMOS APORTAR NOSOTROS EN EL PROCESO?
Si entendemos la metodología cooperativa como una herramienta para una mayor profundización en el aprendizaje y como un método de entrenamiento de sus habilidades sociales, nos resultará sencillo acompañarles en el proceso.
Mostrarles nuestra comprensión, animarles a mejorar en sus estrategias y a buscar soluciones de forma positiva pueden ayudarles a entender el trabajo en equipo como una preparación para su vida futura.